No es nuevo, sino más bien algo cíclico, como las estaciones del año, aunque en este caso no haya una fecha exacta de inicio ni de fin. No florece necesariamente en primavera, ni se recoge el fruto a finales de verano o principios de otoño. Simplemente se presenta sin avisar, y decide quedarse un tiempo indeterminado… Emigrar, volar, escapar, perderse, olvidar… esa necesidad de empezar a irse, de fundirse en el horizonte, de camuflarse entre la niebla, de echar el telón, o simplemente de marchar borrando las huellas de nuestro camino… Quizá sea un viaje de ida y vuelta, un eterno retorno, un ¡viene el lobo! que no acaba de llegar, o quizá esta vez sea un punto final en lugar de un punto y aparte, un festín de vísceras y sangre para el animal, una huida hacia el precipicio del olvido necesario, un sueño infinito, un hasta luego definitivo, un hasta del toro de la vida que nos atraviesa y nos hiere mortalmente…