Por que nos levantamos con miedo, y también nos dormimos con miedo. Por que el miedo, así de malo como lo ves, tiene muchos amigos. Va... mucho, relativamente ¿no? El miedo de alguna forma es amigo de la esperanza, por que necesita de nuestra fe en ese miedo. Por que el miedo se convierte en miedo cuando nosotros creemos en él. Pero también nos levantamos amando, y también nos dormimos amando. Por que el amor, así de bueno como lo ves, tiene un par de amigos solamente. Va... "un par", relativamente ¿no? El amor de alguna forma es amigo del miedo, por que como la esperanza a veces se amiga de la desconfianza; el miedo lleva el amor a otra nivel -superior o inferior-. Por que nos levantamos pensando, y también nos dormimos pensando. Por que el pensamiento, así de retorcido como lo ves, no tiene ningún amigo. Va... ninguno, relativamente ¿no? El pensamiento de alguna forma siempre esta solo, por que necesita de la soledad para no ser influido por nadie. Por que el pensamiento nos lleva tarde o temprano, al amor y por consiguiente... tarde o temprano al miedo. Esa es la explicación que primero se me ocurre para mis miedos. Por que el miedo trabaja en dependencia de lo que amamos, y tememos perder. Por que el miedo no es la perdida, es no poder hacer nada para evitarla. Por que el miedo me lleva indirectamente a pensar en la impotencia que nos transmite la vida, en las decisiones que no sabemos tomar; en los sentimientos que no sabemos provocar. Por que los sentimientos son un viaje de unas cuantas escalas a la soledad, pero antes de llegar a ese destino -desde su salida en el pensar, y su pasada por el amor- hace un ultima parada en el miedo. Una ultima parada donde muchos se quedan, pensando que lo que viene será peor. Pero una vez que llegas a la soledad, haces 5 pasos y volvés a pensar. Y pensando volviste a recordar, y recordando volviste a amar. Y amando volviste al miedo... y ahí te quedaste. Por que el miedo, así de malo como lo ves, nos sigue para todos lados hasta que le damos bola, y ahí se va -por que es de tener mucha vergüenza- pero nuestra impotencia nos hela, y ese instante es realmente al que le tenemos miedo.