Nadie entiende lo que es el dolor del alma. Nadie sabe lo que escondo detrás de una sonrisa, y palabras de aliento para todo el mundo. Nadie sabe lo que sufro, lo que lloro, lo que amo, lo que odio. Nadie puede ver lo que gritan mis ojos. ¿Cuándo fue la última vez que reí? No lo recuerdo. Los momentos de felicidad quedaron tan lejos, hundidos en el mar que forman mis lagrimas cada noche antes de ir a dormir, cada vez que le ruego e imploro a ese Dios todopoderoso del que todos hablan, que si existe que aparezca, que me lleve con él, que me devuelva mi vida. Nadie sabe lo esporádico que son esos momentos de felicidad, y como duele verlos esfumarse con el correr de los minutos. Nadie sabe lo que es mirarse al espejo y no reconocerse, no gustarse. Ver una sombra sin expresión, ni de felicidad ni de tristeza. Nadie puede ver, ni escuchar a mi cabeza torturándome, cuando al final del día quedo sola contra mí, diciéndome: “¿No podes hacer nada bien?”. Nadie sabe que tan lento late ya mi corazón. Nadie sabe como duele fingir, engañarme y engañarlos, mostrando algo que no soy, sentirse invisible. Nadie sabes lo que duele esta decepción. Nadie puede escuchar el grito mudo de mi alma, rompiendo el silencio de una patada en el pecho. Nadie sabe lo que es encontrarse las manos frías, de no sentir, vacías, llenas de dolor, angustia y desolación. ¿Por qué? ¿Que me falta? Es la pregunta del millón. No lo se. Lo tengo todo, pero no siento mi alma. Lo tengo todo, y a la vez no tengo nada. Familia, amigos, dinero no me falta,, pero hay algo que golpea muy desde adentro, que me va empujando hacia un abismo, hacia una cuerda floja en la que intento hacer pie. Si supieran…tengo tanto miedo de caer.